lunes, 22 de julio de 2013

Agroquímicos: La historia de Néstor, con 13 años y una infancia truncada por las fumigaciones en Mar del Plata.

Vive junto a su familia en el barrio `Hipódromo´, a media cuadra de un campo que cultiva soja. A través de un certificado una médica le recomendó mudarse de allí. No puede ir a la escuela ni jugar a la pelota.

Cada noche en que se esparcen los agroquímicos en el campo, le pica la nariz y los ojos, empieza a toser y le duele la garganta. Néstor tiene 13 años y sufre asma, una enfermedad crónica que se agudiza cuando está sometido a los efectos de las fumigaciones. Junto a su familia vive en el barrio Hipódromo, a media cuadra de un campo donde se cultiva soja. “Quiero poder jugar a la pelota”, dice con un poco de vergüenza.

“No hay ninguna duda que los agroquímicos son tóxicos para la salud: hay gente que lo quiere ver y gente que no”, aseguró María del Carmen Martín, una médica pediatra que estuvo en la sala de atención primaria de salud de Ameghino y ahora trabaja en Batán. Es una de las únicas profesionales de la salud de la ciudad especializada en el tema.

“Me dijeron que me tienen que operar, si yo quiero, sino me tienen que poner acá un coso de 37 mil pesos”, contó el niño en una charla con El Atlántico, mientras se señalaba el pecho. Ya pasó por todas las instancias médicas, incluido el Cema.

Él vive junto a su numerosa familia desde hace siete años en el barrio Hipódromo. Su hermanaYohana, de 22 años, contó: “En la salita le dijeron que todo lo que tiene es por la soja, por los agroquímicos”.

En el campo se cultiva soja, para la cual suele utilizarse el herbicida glifosato, la marca comercial de Monsanto. Utilizan el tractor denominado “mosquito”, que Néstor y sus hermanos llegan a visualizar desde su casa. “Es gigante”, asegura.

“Cuando termina de fumigar todo el barrio se ve blanco”, acotó Yohana. Y entonces es cuando comienzan las complicaciones más severas para Néstor: “Te pica la nariz, los ojos, te duele la garganta, te hace toser”, explica el niño. Ambos recordaron que su mamá perdió un hijo por un aborto espontáneo, y que su hermana de 10 años sufre hipoacusia y ya perdió un oído.

Desde que comenzaron las clases Néstor fue apenas unas diez veces a la escuela situada en el barrio La Zulema, en Luro y 236: la cuadra que debe caminar al bajarse del colectivo lo agita. Por eso se maneja con módulos desde su casa. Otros “tres o cuatro” compañeros corren la misma suerte. Pero también el jovencito sufre otra consecuencia de su enfermedad: no puede jugar al fútbol, como solía hacer a diario con sus amigos del barrio.

Con tan corta edad, Néstor ya sufrió la pérdida de un amigo de su misma edad: cuando gritó un gol, en la canchita del barrio, falleció. “Se ve que se agitó un montón y se murió. Le dijeron que era por lo mismo”, apuntó Yohana.

Elsa Mesa, integrante de la Comisión de Salud del Movimiento Teresa Rodríguez, los acompañó hasta la redacción de este medio. Traía consigo los certificados que les brindaron los médicos que atendieron al niño. En la constancia está aclarado que vive a sólo media cuadra de un campo de soja donde se fumiga. “Observa que la crisis de asma es cada vez más grave”, leyó Elsa, quien reparó en que tiene la caja toráxica deformada, por el sobreesfuerzo del pulmón.

“El médico dice que no puede correr, no puede jugar al fútbol, no se puede agitar”, reparó luego. “Le dijeron también que además del asma severo, las razones por la cual esto no mejora sino que empeora, es que vive a media cuadra de un campo de soja y que recomienda que se muden”.

“La madre -relató la dirigente social- llevó este papel desesperada al Municipio y jamás le dieron una casa en otro lado. De esto, hace varios años”.

A esto Yohana añadió: “El nene de enfrente de mi casa, que tiene tres años, también estuvo internado un mes. Casi más se murió en la casa. Tiene asma igual que él”.

Elsa manifestó su preocupación porque a tres cuadras de la casa de Néstor y Yohana hay un jardín de infantes que está a menos de 50 metros de un campo. “Pasás el patio del jardín y tenés una zanjita que divide el campo del barrio Hipódromo”, explicó. Allí concurren cien niños de tres, cuatro y cinco años.

Sin dudarlo, dijo que “Mar del Plata es un pueblo fumigado”.“Hay estudios epidemiológicos realizados en pueblos chicos. En una localidad de Córdoba se hizo el análisis, dirigido a conocer de qué moría la gente. Dentro de las causas, hubo un porcentaje importante de muertes por cáncer, que duplicaba el promedio nacional”, indicó.

Y si bien dijo que estas estadísticas en la ciudad no son dadas a conocer, reparó en que “Mar del Plata es la segunda localidad del país por la extensión de su cordón frutihortícola, después de La Plata”.

“También depende de la cercanía, pero no significa que estemos exentos sino que todos estamos expuestos, porque los agroquímicos que se utilizan en los cultivos, quedan en el aire, el agua y la tierra. Y además los productos se encuentran en las verduras que consumimos, o en las plantas que comen los animales que consumimos”, alertó y pidió “que las leyes protejan la salud de cada habitante”.

“No queremos esperar a ser una ciudad con más casos de cáncer que el promedio nacional para que se tomen medidas”, sostuvo.

LA REALIDAD MARPLATENSE:

Tomás Christensen es estudiante de Ingeniería Agronómica en la Universidad Nacional de Mar del Plata y además integra el espacio ambiental “Mar del Plata contra el saqueo”. Al brindar un análisis genérico de la realidad de Mar del Plata y Batán, expresó: “Es común en los barrios periféricos como Hipódromo, 2 de Abril, San Jorge, Ameghino, La Zulema y La Herradura, que se den casos de enfermedades por fumigaciones porque linderan a campos que hace tiempo hacen cultivos extensivos como la soja”.

En este sentido, explicó que “la gente que lleva adelante este tipo de producción utiliza agroquímicos para el control de maleza, control de plagas y enfermedades. Pero no tienen en cuenta la deriva y el efecto sobre los barrios”.

Christensen fue crítico respecto a la política comunal en este sentido: “El Municipio dio su aval a estas técnicas con la aprobación de la última ordenanza de agroquímicos, que echó para atrás la anterior, la ordenanza 18.740, que en 2008 se había aprobado por unanimidad en el Concejo y había sido reglamentada, pero nunca puesta en marcha por falta de voluntad y presiones del sistema productivo”.

En este sentido, ponderó la normativa votada cinco años atrás: “La ordenanza del 2008 había significado un gran avance para la salud de los barrios, y hoy estamos frente a un gran retroceso”.

“En octubre del año pasado -recordó- estuvimos en una audiencia pública convocada por el Municipio, argumentando, discutiendo y explicándoles a los concejales y a los productores, que esto no es una oposición a la producción, sino que estamos a favor de la salud. Pero hicieron caso omiso a los profesionales que nos acercamos”.

El joven explicó que la última normativa aprobada – la 21.296- avala el uso de agroquímicos dentro de los mil metros que antes estaban al resguardo. “Pusieron como zona de alto riesgo sanitario a los jardines, camping y hospitales: de 25 metros lo llevaron a cien, mientras tenemos estudios que hablan de 300, 400 y 800 metros de distancia donde se encontraron residuos de las fumigaciones”, contrarrestó.

Christensen señaló luego que es común en todos los cultivos extensivos, y más los transgénicos como la soja y el maíz, la utilización de un “paquete tecnológico”: “Tenés que comprar la semilla, que necesita de químicos para crecer, para germinar y hacer todo su ciclo”.

En ese marco, Néstor contó que el hijo de uno de los dueños del campo donde se fumiga es amigo suyo. “Me contó que le tienen que poner a la semilla cosas, y matan los animales, para que no se lo coman. Al otro día de la fumigación, vas y hay un montón de pájaros muertos”, describió el niño.

A esto, el representante de “Mar del Plata contra el saqueo” sumó que Néstor encuentra los botellones con residuos de agroquímicos en el barrio. “El Municipio sale a defender esta ordenanza haciendo referencia a las buenas prácticas agrícolas como usar el equipamiento y lavar los envases. Pero tenemos las pruebas para contrarrestar esto”, aseveró.

El niño advirtió también que además del cultivo de la soja, del otro lado se plantan verduras, que posiblemente lleguen a la mesa de cualquier vecino marplatense.

Problemas respiratorios, problemática más recurrente


En noviembre de 2012, se realizó un estudio sobre la percepción socio ambiental de los vecinos del barrio Hipódromo, en una iniciativa conjunta entre la Cátedra de Epidemiología de la carrera de Enfermería (Facultad de Ciencias de la Salud de la UNMdP) y el espacio “Mar del Plata contra el saqueo”.

Para ello, se entrevistaron 116 vecinos de todas las manzanas del barrio: el 44% vive a menos de 100 metros del área donde se fumiga, y el 86% a menos de 250 metros.

El resultado del estudio arrojó que el 33% de la población entrevistada sufre algún problema respiratorio; el 28% de cansancio y decaimiento; el 21% problemas oculares; el 20% de garganta, nariz u oído; el 19% en la piel; el 13% digestivo y el 11% de confusión mental y falta de coordinación. En este sentido, aclararon que pueden existir varias afecciones simultáneamente.

A su vez, se constató que el 15% de las familias tiene al menos un integrante que padeció o padece algún tipo de cáncer, siendo los más frecuentes de mama y de pulmón.

Sobre la ocurrencia de abortos espontáneos, casi el 8% de las familias manifestaron que habían sufrido algún caso. Y menos del 3% mencionó que hubo casos de malformaciones al nacer en sus hijos.

Además, en el 23% de los grupos familiares hubo algún fallecimiento de uno de los miembros, mientras vivían en el barrio. La percepción de las causas de esas muertes son cáncer (próstata, pulmón, mama, páncreas) y cardiorrespiratorias. El mayor grupo se dio en la franja etárea de entre 60 y 74 años, y son principalmente mujeres (72% de los casos).

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