lunes, 15 de julio de 2013

La vida después de un ACV.

El 25% de la demanda del Inareps está relacionada a casos de Accidentes Cerebro Vasculares. Aseguran que la prioridad es que el paciente “recupere su independencia”. El recurso humano y la familia, las claves del tratamiento.

Al menos el 25% de la tarea del Inareps, uno de los centros de rehabilitación más completos de la región, está abocada a la recuperación de pacientes con Accidentes Cerebro Vasculares (ACV). Si bien gracias al trabajo interdisciplinario que se lleva a cabo en el Instituto la mayoría de los casos logran ser “reversibles”, detrás de cada persona hay un lento y personalizado tratamiento psicofísico “cuerpo a cuerpo”. Los profesionales advierten que la clave para rehabilitar al paciente está en la calidad del recurso humano y en el acompañamiento de la familia. La prioridad, siempre, está en lograr que el paciente “recupere su independencia” y retome con fuerza su vida después del ACV.

Aquel gigante edificio ubicado en Ruta 88 kilómetro 1,5 no solo alberga a pacientes y profesionales de la Salud. En los pasillos y oficinas del Instituto Nacional de Rehabilitación Psicofísica del Sur (ex Cerenil) está explícita la capacitación, la vocación, el acompañamiento y la dedicación a cada paciente.

La vida después de un ACV es para muchos “un volver a empezar”. Un comité interdisciplinario evalúa en primer término el tratamiento que deberá seguir cada paciente y a partir de allí se establece si la prioridad está enfocada en el habla, el aspecto motriz, la deglución, lo social, lo psicológico o lo cognitivo.

Sin embargo, el 100% de las personas que se rehabilita en este centro regional debe pasar por la terapia física. Para ello, el Inareps cuenta con un equipado gimnasio en una de sus alas, además de una piscina con vestuarios y baños adaptados e ingresos accesibles de 470 metros cuadrados, diseñada con fines terapéuticos para la rehabilitación de patologías motoras y viscerales.

No obstante, las autoridades del Instituto aseguran que “todo el edificio” funciona como espacio de rehabilitación para quienes padecieron un Accidente Cerebro Vascular.
El trabajo interdisciplinario es “cuerpo a cuerpo”. Cada paciente, cualquiera sea su lesión, está acompañado en su rehabilitación por médicos fisiatras, quinesiólogos, nutricionistas, terapistas ocupaciones, psicólogos y psiquiatras.

Los casi 300 trabajadores del Inareps están abocados a la dura tarea de acompañar al paciente y garantizar que su calidad de vida mejore y evolucione día a día.

El director y la directora asistente del Inareps, Mario Ricciuto y Laura Valente respectivamente, compartieron con El Atlántico detalles del trabajo de rehabilitación que se lleva a cabo en el instituto, pero además se refirieron a las causas del infarto cerebral y a los planes que podrían implementarse para disminuir la cantidad de casos de este déficit neurológico ocasionado por una disminución importante del flujo sanguíneo cerebral.

UN PACIENTE, UNA HISTORIA


La directora asistente del Inareps explicó que el Accidente Cerebro Vascular “va de la mano de las enfermedades crónicas no trasmisibles”. Es decir, “cuando no se trabaja la diabetes, la hipertensión y la hipercolesterolemia, entre otros, una de las secuelas más fuertes es el ACV”.

Desde hace años, el ACV “representa un 25% de la demanda del Instituto” y en la última década creció la cantidad de pacientes jóvenes con infartos cerebrales. ¿Las causas? Los malos hábitos de alimentación, la falta de hábito del ejercicio, el sedentarismo, el estrés y el ritmo de vida que rige en la actualidad.

Sin embargo, cada paciente es diferente. Único. Detrás de cada persona hay una historia, un tratamiento y el deseo de vivir. En promedio, la rehabilitación puede demandar unos seis meses de trabajo. Aunque existen casos más severos, según el tipo de lesión, e incluso irreversibles, pero afortunadamente -gracias a la capacitación del personal y a los avances en materia de investigación- son más los pacientes que logran llegar a un nivel de rehabilitación que les permite recuperar su calidad de vida.

“Cada paciente es diferente y cada uno tiene prioridades distintas. En algunos está más acentuado el tema del habla, en otros la deglución, en algunos es la parte social la más grave y en otros el aspecto psicológico”, explicó Valente.

Aspectos como caminar, comer, leer, escribir y ver pueden perderse circunstancialmente a partir de un ACV. Pero en muchos casos, la lesión cerebral afecta puntos del cerebro que guardan procesos mentales como vestirse, peinarse, afeitarse o el reconocimiento de objetos, entre otros.

Por ello, el tratamiento y la recuperación deben ser de tipo integral y personalizado, sin excepciones. “La prioridad es que recupere la mayor independencia posible”, remarcó la directora asistente del Inareps, mientras que el director destacó que “mejorar la calidad de vida del paciente es fundamental”.

Valente precisó que “se hace una evaluación interdisciplinaria en la que se discute en un comité sobre cómo enfocar el tratamiento de cada paciente” ya que algunos casos “presentan lesiones muy extensas en las que no solo está afectada la parte motriz, sino también el habla, la deglución, la visión o algo más complejo aún que es la parte cognitiva”.

“Hay pacientes que pierden el programa mental de la lectura, la escritura, la noción espacial o aspectos como por ejemplo vestirse o afeitarse. Y también es difícil cuando el paciente pierde la parte sensitiva, es decir, que no siente ni el brazo ni la pierna y a veces recuperan la motricidad pero no la sensibilidad y eso les dificulta saber cómo ubicarse en el espacio”, precisó.

TERAPIA FÍSICA


Pesas, clavas, andadores, sillas ortopédicas, pelotas de cuero e inflables, colchonetas, bicicletas, vigas, cintas, sogas y aros son tan solo algunos de los elementos a disposición de profesionales médicos y pacientes en el Inareps.

Cada objeto tiene un uso funcional que permite el progreso en la terapia física que se aplica dentro del proceso de rehabilitación. Recuperar el movimiento y la fuerza de las extremidades es un proceso por el cual atraviesa el 100% de los pacientes que sufrieron un Accidente Cerebro Vascular.

Todos los días, el completo gimnasio del Instituto está ocupado por pacientes que progresan a diario en su recuperación. Los ejercicios van desde el más sencillo movimiento de los dedos, las manos, los brazos y las piernas, hasta un trabajo más pesado para que los músculos recuperen la fuerza y la movilidad que perdieron tras la lesión cerebral. La imagen que puede contemplarse en este salón del centro de rehabilitación deja en claro que la vida después de un ACV es en muchos casos “un volver a empezar”.

A pocos metros del gimnasio y de la sala en la que se fabrican las prótesis ortopédicas se ubica la piscina, otro de los escenarios centrales para la recuperación de movimientos tras un ACV.

Alrededor de la pileta, abrazada por barandas y agarraderas, hay a disposición de los pacientes sillas hidráulicas para sumergirse e instrumentos de juego, ya que las propiedades del agua, los beneficios de la natación y el aspecto lúdico contribuyen fuertemente en la lenta pero progresiva recuperación.

En otro de los pasillos se encuentra un salón que permite trabajar sobre la reincorporación de acciones domésticas, como el toque de perillas y botones. También allí se trabaja con juegos para ejercitar la memoria, el reconocimiento de objetos y el contacto con el mundo que para muchos pacientes dejó de ser cotidiano a partir del infarto cerebral.

Los profesionales médicos de la institución advirtieron que “igualmente todo el edificio funciona como espacio de terapia física”, ya que transitar por los pasillos, abrir puertas, entablar el contacto con otros pacientes y observar el trabajo que lleva adelante el personal también forma parte de la rehabilitación.

Al respecto, la directora asistente del Instituto destacó que tras el proceso de internación y los primeros pasos de la terapia física, “es muy importante el mantenimiento”, porque si bien la patología del ACV es crónica, “el cuadro motor va cambiando”.

PREVENCIÓN = MENOS CASOS

El estrés, el actual ritmo de vida, el sedentarismo y los malos hábitos de alimentación son factores que contribuyen a que una persona sufra un Accidente Cerebro Vascular. Por eso, los directores del Inareps advirtieron que “sería muy importante llegar con programas de prevención a toda la población” para concientizar a la gente, mejorar su calidad de vida y disminuir la cantidad de casos de infartos cerebrales.

“Si se trabajara mejor sobre la detección de la hipertensión o de la diabetes; si a la gente se le enseñara a comer saludablemente y se promoviera el ejercicio, entonces quizás bajaría el número de personas con ACV”, subrayaron las autoridades del Instituto.

Desafortunadamente este ritmo de vida y el temprano despertar de casos de estrés forman parte de una epidemia cultural que se replica en distintos países del mundo. Las estadísticas dan cuenta de que en aquellos países donde se vive más desaceleradamente, el número de casos de ACV, es menor.

De cualquier forma, el infarto cerebral no respeta fronteras, edades, sexo ni religión. Pero ante este panorama, afortunadamente existen instituciones públicas que trabajan arduamente en pos de la recuperación para afrontar con dedicación junto a cada paciente la vida después de un ACV.

“El recurso humano es la tecnología más importante”


Un recorrido por las instalaciones del Instituto Nacional de Rehabilitación Psicofísica del Sur permite ratificar lo que la misma directora asistente del establecimiento se encargó de aclarar: el recurso humano no solo es la clave del tratamiento, sino también “la tecnología más importante”.

“Muchos se enloquecen con la tecnología”, advirtió Laura Valente, directora asistente del Inareps, y en la misma línea aseguró que “la tecnología más importante sigue estando en el trabajador, en el recurso humano capacitado y especializado”, ya que el proceso de rehabilitación consiste en el trabajo “cuerpo a cuerpo”.

El Inareps funciona además como centro de capacitación nacional. Eso permitió durante el último tiempo “fortalecer los servicios de rehabilitación, fundamentalmente de terapia física, por donde pasa el 100% de los pacientes”.

También las áreas de Psicología, Terapia Ocupacional, Fonoaudiología y Servicio Social se vieron reforzadas a través de este proceso de residencias y gracias al impulso del Ministerio de Salud de la Nación.

Laura Valente indicó que en el marco del Plan Estratégico 2013-2015, “el ministro de Salud nos dijo que él tomaba la rehabilitación como un tema prioritario para la agenda del Ministerio”.

El Inareps funciona en su actual edificio desde 1976 y a lo largo del tiempo se afianzó como un instituto modelo para la rehabilitación de discapacidades motoras. Sin embargo, durante muchos años el establecimiento no contó con el suficiente soporte del Estado. Por eso su director, Mario Ricciuto, destacó el “apoyo incondicional” que hoy recibe la institución de parte del Ministerio de Salud de la Nación. “Hoy todo lo que requiere el paciente, lo tiene acá en el Instituto”, completó.

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