Los resultados de los comicios de este domingo cambiarán sustancialmente la actividad legislativa en el Concejo Deliberante. Desde diciembre, la era de la llamada “mayoría automática” del oficialismo terminará y en el Cuerpo parlamentario comenzará a vislumbrarse una supremacía opositora, aunque no homogénea.
En este escenario, Acción Marplatense seguirá siendo el bloque más numeroso, aunque la reducción será notable (tiene por dos meses más 13 ediles). El oficialismo volverá a tener 7 concejales, como durante los primeros dos años de gobierno pultista. Además de Alejandro Ferro, Héctor Rossovolverá a renovar una banca.
La segunda fuerza será la Unión Cívica Radical con 6 ediles, seguido del Frente para la Victoria, con 5. Por el radicalismo, tanto Baragiola como Nicolás Maiorano y Eduardo Abud consiguieron la renovación de su mandato con la incorporación además de Cristina Coria.
En cuanto al kirchnerismo, Daniel Rodríguez y Marcos Gutiérrez comenzarán en diciembre su tarea legislativa.
Asimismo, Arroyo será concejal por cuatro años más y su espacio sumó a José Cano para fortalecer a la Agrupación Atlántica.
A continuación en orden de prioridades, una nueva fuerza ingresará al Deliberativo –el Frente Renovador–, la que se sumará a las 4 bancadas opositoras que ya están instaladas. Con Azcona yLucas Fiorini el massismo se hace un lugar en General Pueyrredon.
La última y restante bancada seguirá ocupada por Hernán Alcolea en representación solitaria del PRO.
Así, la presidencia cambiará de manos. Es que por tradición -no hay legislación al respecto-, el Partido que gana las elecciones ocupa este espacio. Ariel Ciano, entonces, debería dejar en diciembre el lugar que supo cosechar en 2011 y cederla al radicalismo.
Si bien la candidata natural a ocupar este lugar sería la ganadora de esta contienda electoral, la UCR podría optar por la asunción de Maximiliano Abad –actual vicepresidente segundo– como máxima autoridad del Cuerpo.
El gran escollo al que se enfrentará el gobierno municipal por los próximos dos años será no sólo la pérdida de la mayoría en el recinto, sino también en las comisiones internas.
En los últimos años, por su mayoría numérica absoluta, el intendente tenía garantizada la aprobación de cada expediente del Ejecutivo (y los canalizados a través de su bloque) que ingresaba en este ámbito, sin necesidad de consensuar los votos con las distintas fuerzas. Ahora, el panorama se modificará drásticamente y todo indica que los debates en el Concejo Deliberante se tensarán.
Especialmente a lo largo de este año electoral, algunas fuerzas se relamían ante la posibilidad –cuasi certera– de que el oficialismo perdiera su mayoría. La promesa podría hacerse realidad y la oposición, entonces, se las ingeniaría para hacerle pagar al jefe comunal cada uno de los “atropellos” que, desde la perspectiva opositora, se cometieron en nombre de la voluntad popular que les dio los votos suficientes para tener un bloque de 13 concejales.
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